miércoles, 7 de abril de 2010

My name is Johnny


G. me enseña muchas palabras. Me muestra el significado real de lo que son y lo hace con actos, con gestos, luego extiende las manos a cada lado y me busca la mirada de interés.

G. me relata algunas ideas profundas de difícil comprensión. A veces actúa como un profesor y al final siempre se disculpa.




G. habla y cuando lo hace, suelo pensar que es un ángel porque tiene los ojos azules, la piel de porcelana (que es un material de extrema fragilidad, brillo y blancura), y el pelo de anuncio. Bueno, no diría tanto. Pero su voz es tranquila y convoca las palabras al calor de su acento, los sonidos fluyen de maravilla y si cierro los ojos su conversación se torna una fantasía.




Los ángeles nos han sido presentados de este modo. Pues quién imagina, IMAGINA, un ángel de pelo largo, negro y estirado, con voz ronca y piel de azabache.
Una mente en su sano juicio vislumbra un guerrero valiente entre esas cualidades.

Entiendo entonces, que el mundo resuelve a su manera las personalidades.
Y del sano juicio, ya hablaremos tú y yo más adelante.