Las paredes de mi cuarto retumban cada vez que pasa un autobús por la calle.
Cada día, al menos cien autobuses se pasean inocentes por delante de la puerta de mi casa.
De las cuarenta plazas sentadas que llenan un autobús, a veces todas están ocupadas.
En ocasiones, estos revientatímpanos con ruedas vagan vacíos por la ciudad guiados tan sólo por un conductor de corbata que nunca se acuerda de mi.
Mísero egoísta. Y yo que te pienso cada noche antes de acostarme.
Cada día, al menos cien autobuses se pasean inocentes por delante de la puerta de mi casa.
De las cuarenta plazas sentadas que llenan un autobús, a veces todas están ocupadas.
En ocasiones, estos revientatímpanos con ruedas vagan vacíos por la ciudad guiados tan sólo por un conductor de corbata que nunca se acuerda de mi.
Mísero egoísta. Y yo que te pienso cada noche antes de acostarme.
Yo también tengo una extraña relación con los autobuses y sus conductores...
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