domingo, 21 de marzo de 2010

Opus 40



Las cosas esperan su turno. Hablo de las cosas que se tocan, no del amor y demás ensoñaciones.
Porque a veces llegan a tu vida objetos que no entiendes. Cositas concretas que no vas a utilizar nunca, piensas, hasta que ese momento infinito y negado te toca en la espalda. Ay nunca, viejo amigo, en cuántas ocasiones hemos acabado viéndonos las caras.
Te me has presentado risueño varias veces y has mencionado algo de que te llamabas "hoy".
Y justamente hoy he acabado usando ese cachibache roto que adquirí de contrabando en un mercado junto a la costa. Vendían objetos llenos de humedad, mugre, objetos en contacto con sustancias ante las cuales mi madre me taparía la boca y los ojos. Miro el cachibache y lo examino, me recorre un suspiro toda la espalda cuando trato de fijar un número para la cantidad de manos sucias que lo poseyeron y que ya no viven para contar cómo lo encontraron. O de cómo esta pieza de materia ha servido largas conversaciones a la mesa, ha poseído ella la verdad sobre la vida. Porque ha persistido, ha sobrevivido a sus dueños.
La existencia en un trozo de metal sin duda ha de ser fría.

Esas manos que recreo están ahora en la cima de todos los cuentos que me invento.
Orquestan la imaginación de todo el que se precie.

¿Véis danzar sus dedos en el cielo? Templan la nostalgia, nunca se entristecen.

4 comentarios:

  1. Simplemente... genial, como siempre.

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  2. No puedo dejar de preguntarme de que objeto estás hablando...

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  3. te sigo, solo los que escribimos y entendemos el significado verdadero de las palabras podemos entendernos :)
    http://amaneceresocultos.blogspot.com
    un besazo, lourdes ♥

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