lunes, 15 de noviembre de 2010

Atocha-Callao-Atocha


Hoy he ido a la peluquería y como ya me ha crecido el flequillo, me he peinado como cuando era pequeña: con la melena lisa, extendida a cada lado de la raya en medio. Cuando he salido, me he cruzado con un chico de unos 14 años que volvía a comer a casa después del colegio, iba con su madre. El niño me ha mirado como si yo fuera a su clase, y yo le he devuelto la mirada como si supiera perfectamente quién era y como queriendo decir que no pensaba hacerle los ejercicios de matemáticas esta vez.
Todo esto tenía lugar en mi mente mientras pasaba por debajo de un árbol con las ramas muy caídas e intentaba alargar cuello y espalda para ver si conseguía rozar con mi cabeza alguna de esas hojas.
Más tarde, un perro negro, totalmente negro, con los ojos color miel, estaba vestido de Rey Mago en una de las esquinas de la Plaza de Callao. También me ha mirado, con un gesto tremendamente profundo. Yo he entornado los ojos como queriendo comprender, y el animal me ha sostenido la mirada como si no pudiera rechazar la más mínima oportunidad capaz de salvarle de su disfraz.
He confirmado con el perro negro, totalmente negro, de los ojos color miel, mi teoría sobre las almas blancas, que dejaré para más tarde, y me he dicho, y sé que me ha escuchado:

Querido perro, algún día serás libre en lo alto de los Cielos.


4 comentarios:

  1. Me encantan las cosas que cuentas y como las cuentas... me tienes completamente enganchada!! :)
    A ver si en el próximo post me animo y te cuento alguna historia de estas! que tengo un cuaderno de miles de cosas: sonrisas, recuerdos, olores, miradas... ;)

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  2. Lo cierto es que esta entrada me ha parecido una monada, una monada con tonos pastel, me encantó

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  3. Estoy deseando conocer esa teoría tuya de las almas (blancas).

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