sábado, 6 de noviembre de 2010

Explicación


Cuando en el texo anterior hablaba de mi padre y decía "que su vida más valiosa no se encontraba en la retahíla de anécdotas elegidas que me pudiera contar, sino que estaba en su habla misma", lo que quería hacer ver es lo siguiente:

Que al deslizar mi padre con su voz y a través de su garganta, sus primeros pensamientos de la tarde, comprendí en ello la estrica necesidad de su existencia.
Y fue gracias al sonido y no a las palabras.

Conozco a un joven filósofo que daría una definición mucho más exacta de esta cualidad intuitiva. Pero yo no soy él. Y cuando describo conceptos me pongo densa e incomprensible.
O al menos eso dice siempre el joven filósofo.

Pero pararme detenidamente, como hice aquella tarde, a escuchar la voz de mi padre, dejando de prestar atención a lo que decía, me hizo comprender.
Pues meciendo la cabeza al ritmo de su melodía familiar, pude observar frente a frente, en ese sonido hermano, que a los padres se los conoce antes de nacer.


4 comentarios:

  1. Hay gente que no entiende que la música nos pueda llegar aunque no entendamos la letra. Será algo parecido. La música paternal la escuchamos ya desde dentro, llevas razón. La llevamos dentro, creo.
    Precioso(s) texto(s).

    ResponderEliminar
  2. Me alegra mucho que hayas podido sacar algo en claro de este embrollo.
    Gracias por prestar atencion a las palabras :)

    ResponderEliminar
  3. Sin ánimo de ofender, es "retahíla". Lo siento, soy un ser amargado y me fijo en estas cosas (no es ironía, lo juro)

    ResponderEliminar
  4. No por favor, ¡gracias! Y perdón por el faltón, ¡ahora mismo lo corrijo!

    ResponderEliminar